Hay un poder perdido en la Iglesia el día de hoy. Es un poder del cual no podemos prescindir. La ausencia del mismo ha generado creyentes débiles, familias desintegradas, iglesias ineficientes, y una cultura en decadencia. Sin este poder, carecemos de lo que necesitamos para vivir plenamente como representantes del cielo en la tierra.
Este poder es el poder de ser un discípulo. Los discípulos del reino de Dios están escasos, y como resultado tenemos una multitud de cristianos débiles que asisten a Iglesias débiles, lo cual nos ha llevado a tener una representación intrascendente en nuestra sociedad. El poder, la autoridad, la abundancia, la victoria, y el impacto que Dios ha prometido solo vendrá cuando entendamos y nos aliniemos a su definición de lo que significa ser un discípulo.